Hasta aquí se prolonga el Camino de Santiago para los peregrinos que según la tradición queman a la orilla del mar las ropas y comienza el regreso a casa.
Cuando los romanos llegaron a este lugar, presenciaron por primera vez el espectáculo sobrecogedor del sol hundiéndose en las aguas. Encontraron un altar dedicado al astro rey, el Ara Solis, erigido por las tribus celtas de la zona. Diversas fuentes ven un paralelismo directo entre la imagen del sol hundiéndose en el mar, y la hostia y el cáliz del escudo de Galicia. Hoy, una plaza en el pueblo recibe el nombre de Ara Solis.
Antes de la llegada del Cristianismo los europeos ya veían en Fisterra un destino obligado de peregrinación. Pero tras el descubrimiento de la tumba del Apóstol, la ruta hacia el occidente atlántico alcanzó su máximo esplendor.
Para llegar al Faro tomamos una pequeña carretera desde el pueblo de Fisterra. En el trayecto disfrutaremos de unas impresionantes vistas de la línea de costa y la ría de Corcubión.
Ya el historiador romano Lucius Florus cuenta como los legionarios de Roma contemplaron con temor sagrado la puesta de sol sobre el océano, cuando alcanzaron el Finis Terrae, en el siglo II a. C. El Finis Terrae, Finisterre o Fisterra, como se denomina en Galicia, se convirtió desde entonces en un lugar obligado para todo el que hizo ya la Ruta Jacobea.
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