Aquí no hay verde, aquí hay paisajes de mil verdes. Y escondido en el corazón del bosque, el monasterio de Caaveiro, un antiguo cenobio con más de 10 siglos de historia y unas vistas espectaculares de esta "fraga" mágica.
Un bosque como todos soñamos: la espesura, las estaciones transformadas en colores, un río que conoce la aventura del salmón y busca la proximidad del mar para hacerse ría...
Porque “fraga” significa bosque con árboles de diferentes especies. Robles y castaños forman el manto caducifolio acompañados de abedules y alisos, fresnos y tejos, avellanos y árboles frutales silvestres; y de los perennes laureles, acebos y madroños.
En la temporada de verano el paso con vehículos está restringido, pero existe transporte colectivo hasta cerca del monasterio. En este punto, pie en tierra, comienza la subida de unos quince minutos hasta el cenobio benedictino de San Xoán de Caaveiro
Ya ganado el alto, y visitado el monasterio, la senda puede continuarse en una breve bajada hasta el rumor del Sesín, que desagua en el Eume un poco más abajo del monasterio. Vale la pena admirar su bravura de pozas y fuentes verdes filtradas de musgo.
http://www.turismo.gal/que-visitar/espazos-naturais/parques-naturais/fragas-do-eume