Si hay un privilegio de la vista es porque hay un privilegio de la luz. Y este privilegio es llenar un vacío entre las cosas que las cierra en su opacidad.
Frente a la oscuridad, donde los límites de las cosas se confunden, está la distancia de la luz. La mirada exige esta distancia: no sólo entre el ojo y las cosas, sino también entre las cosas mismas.
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