En las proximidades de Puente La Reina se une al Camino Navarro el que proviene de Somport, y pasa por Jaca y Monreal, itinerario venerable y cargado de monumentos románicos de elevado interés. En torno a esta vía figuran lugares como Sanguesa, Leyre, San Juan de la Peña, Santa Cruz de Serós o Santa María de Eunate, en los que el arte medieval ennoblece al paisaje.
Merece la pena recorrer detenidamente la pequeña ciudad. A la entrada está la Iglesia y el convento del Crucifijo, separados por una calle que discurre bajo una bóveda de crucería, uniendo ambas edificaciones. El origen de estos edificios es un hospital regentado por los del Temple. A la pequeña iglesia románica se añadió una segunda nave, gótica, en el siglo XIV.
Puente la Reina es uno de los lugares con mayor sabor a historia y peregrinación. A sus monumentos religiosos une el de sus calles, con edificios de aire palaciego y gruesos alerones, ubicados en torno a la vieja rúa. Si el viajero hace el trayecto a pie o en bicicleta, entra en la ciudad bajo la bóveda de la Iglesia templaria del Crucifijo y sale por debajo de la arcada del torreón defensivo del puente. Si realiza su viaje al anochecer aún puede escuchar las campanadas con las que se anunciaba al peregrino la llegada de la noche, precediendo al cierre de las puertas de la ciudad.
Pero la urbe medieval, cargada de vida, lugar propicio para mercaderes y buhoneros que acudían de toda Europa a realizar comercios y trueques, ha perdido la vitalidad económica y el cosmopolitismo. Sólo conserva un aire cargado de historia y espiritualidad medieval, sintetizada en el puente monumental que refleja su simetría de piedra sobre el Arga caudaloso y apacible.
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