Pasado el tiempo esta pequeña villa fue ganando en importancia y por tal motivo en el año 1520 fue circundada por una muralla de entre tres y cuatro metros de grosor que alcanzaba los siete metros de altura, y que dividía a la población en dos barrios perfectamente delimitados: el de la Cerca y el de la Xesta.
El Castillo, construido por el marqués de Cerralbo a finales del siglo XVI en las inmediaciones de la actual lonja, y que contaba en el siglo XVIII con la presencia de doce cañones; la Torre Vieja, emplazada en el barrio del Carmen; y el Fuerte de Monte Louro, que fuera construido en el año 1520
La historia de la villa que estuvo gobernada por el Concejo que se reunía en el atrio de la actual iglesia parroquial de San Pedro, está animada con la sucesión de hechos importantes que marcaron tanto su fisonomía, de hondas huellas medievales, como el carácter de sus gentes. Así un acontecimiento de gran importancia historica tuvo lugar en el año 1544, cuando la Armada Española, al mando del almirante D. Álvaro de Bazán, derrotó a la escuadra francesa en la batalla de Muros.
Su puerto, de gran tradición, cuna de marineros ilustres, es ya desde el siglo XV considerado como uno de los mejores de Galicia e incluso es así denominado por el rey de Castilla Juan II, que además lo habilitó para exportar e importar.
Con la llegada del siglo XIX se circunscribe
la presencia en la villa de empresarios catalanes que se instalan
en Muros para inaugurar, tanto en el núcleo como en las parroquias
que dan al mar, toda una serie de fábricas de salazón
(más de treinta de sardina y arenque fundamentalmente) que
marcaron tanto la vida laboral de este pueblo como su fisonomía,
pues la tipología característica de estas factorías
junto a los muchos astilleros que funcionaron también aquí
contribuyeron a acentuar el aspecto pintoresco y evocador de esta
población marinera.
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