Se trata de un río vivo de aguas limpias y cristalinas que mana a borbotones de la misma roca a través de dos ‘ojos’ o surgencias kársticas.
El verdadero nacimiento de este río en realidad se encuentra en el término de Fortanete, pero su pequeño caudal desaparece nada más nacer para volver a aflorar en Pitarque de forma caudalosa.
En su recorrido ha ido labrando un cañón fluvial de grandes paredes verticales que constituyen refugio para el buitre leonado, águila real, aguililla calzada, alimoche y halcón peregrino, entre otras aves. El río Pitarque conforma un ambiente fluvial en el que se alternan profundas pozas de aguas cristalinas y pequeños saltos de agua. La existencia de la trucha común le ha conferido fama como río truchero desde hace décadas.
Los farallones calcáreos, la fuerza del agua y la vegetación componen un bello espectáculo lleno de fuerza y color, donde el visitante podrá disfrutar del contacto directo con la naturaleza.
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