lunes, 1 de octubre de 2012

AVILA

«Ávila del Rey» es un título honorífico de la ciudad, otorgado por Alfonso VII. Otro es «Ávila de los Leales» otorgado por Alfonso VIII, y aún otro «Ávila de los Caballeros», otorgado por Alfonso XI, todos ellos presentes en la bandera de la ciudad. Ésta se caracteriza especialmente por tener una muralla medieval completa, románica.



 
 
 
 
 
Su casco histórico medieval, en excelente estado de conservación, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985.
 
 
 
 






El nombre de la ciudad tiene su origen en los pueblos y tribus que han habitado durante milenios la provincia. Los primeros fueron los vetones, que la llamaron Óbila (monte alto), siendo uno de los castros más importantes de esta tribu, junto con Sanchorreja, Berrueco, Mesa de Miranda, Las Cogotas, El Raso y Ulaca. Los vetones dejaron vestigios por toda la geografía de la provincia de Ávila, especialmente en forma de verracos.









La actual ciudad de Ávila fue una fundación ex-novo de los romanos, quienes le dieron el de Abila, Obila o Abela. La ciudad romana estaba formada casi exclusivamente por el actual casco viejo, la parte rodeada por las murallas, junto con puentes, calzadas, mosaicos o la plaza del Mercado Grande, o el Grande, o el Mercado Chico -el antiguo foro-, que son parte de los restos romanos que pueden contemplarse en la actualidad.










Los visigodos utilizaban la tierra para cultivar cereal y alimentar a la ganadería, según se puede observar en las pizarras encontradas en el municipio de Diego Álvaro. La importancia de Ávila en este periodo se debe a su carácter religioso, según la documentación existente que detalla la intervención de los prelados de Abela en los concilios toledanos.



 
 
 
 
 
 
 
 
No se puede precisar por falta de datos las circunstancias y vicisitudes durante la etapa de dominación musulmana ni tampoco concretar la relación social, económica, cultural, política y religiosa que pudieran tener esta creencia en Ávila, cuyo nombre árabe fue Ābila (آبلة). Lo único que parece seguro es que durante los primeros años de la invasión musulmana la ciudad se convirtió en un punto estratégico, siempre deseada por árabes y cristianos como enclave defensivo, y los enfrentamientos por su posesión fueron permanentes
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



En el siglo XI Don Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI de León y Castilla fue el encargado de la repoblación del centro de la península, y con el fin de proteger Toledo se repueblan y cercan las ciudades de Salamanca, Ávila y Segovia. Más tarde la repoblación de la península se va llevando más al sur dejando a Ávila en un segundo plano con poca relevancia en la época aunque, por su condición de ciudad, envía procuradores a las Cortes castellanas.












En la época de los Reyes Católicos (segunda mitad del siglo XV), de Carlos I y de su hijo Felipe II (XVI) la ciudad vuelve a renacer gracias a las idas y venidas de la corte. La ciudad y la provincia prosperaron y fueron el lugar de nacimiento de numerosos personajes religiosos, escritores y consejeros espirituales como Santa Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús en la capital, y San Juan de la Cruz en la provincia (Fontiveros).









 
 
El proceso de desarrollo e intensa urbanización que se inicia en el siglo XX han conducido a la ciudad a un segundo plano de la realidad española. Las primeras décadas del siglo han mostrado asimismo un cierta tendencia de la ciudad a preservar sus tradiciones frente a los cambios sociales que se habrían de producir necesariamente en todo el país.
 
 
 
 
 
 





 
 
 
 
 
 
 

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