La Villa de Bilbao fue fundada en 1300 por Diego López de Haro V “El
Intruso”, Señor de Bizkaia. En realidad ya existía desde el siglo
anterior como núcleo poblado a ambos lados del Nervión-Ibaizabal, en el
punto donde el río dejaba de ser ría, en el último vado antes de su
desembocadura en el mar Cantábrico, lo que permitía un control del paso
de mercancías. La fundación fue sin embargo la plasmación jurídica como
villa de una parte de la anteiglesia de Begoña, el llamado puerto de
Bilbao.
El origen de Bilbao parece obedecer a su situación en un vado del río,
en un enclave estratégico en el Camino de Santiago costero y punto de
control de mercancías que circulaban desde Durango o Balmaseda hacia y
desde la Ría. En 1310 la
sobrina de Don Diego le concede nueva carta de poblamiento que refuerza
más los privilegios comerciales de Bilbao, haciéndola paso obligado a
las mercancías que pasaran desde Castilla hacia el mar, marginando a
Bermeo y, además, le concede la exclusiva del comercio en todo el camino
entre Areta y Bilbao.
El crecimiento urbano de Bilbao se concentró en un espacio pequeño,
reducido a las tres primeras calles de la Villa: Somera, Artekale y
Tendería. A lo largo de los siglos XV,
XVI y XVII, la Villa de Bilbao mantendrá un importante papel en el
comercio de intermediación e irá llenando el estrecho espacio de su
jurisdicción, obligando a prolongar, en el siglo XVIII, la ciudad hacia
nuevas calles desde la Iglesia de Santiago y actual catedral (Correo y
Bidebarrieta) con prolongaciones hacia los arrabales de Ibeni (Atxuri) y
de Ascao.
La entrada de Bilbao en el siglo XIX no
fue fácil.Las
sucesivas guerras y conflictos deprimieron gravemente el comercio
tradicional bilbaíno y la invasión napoleónica y la Guerra de
Independencia no hicieron que las cosas mejoraran.
Pero su situación cambió tras la primera
Guerra Carlista (1833-1839). Bilbao fue uno de los centros de
resistencia liberal contra el carlismo, siendo sitiada también en la
segunda Guerra Carlista (1873-1876). De estas guerras salió fortalecida
como verdadero centro neurálgico de la actividad económica del Señorío.
La riqueza de los yacimientos de mineral de hierro cercanos a Bilbao
impulsó en un primer momento un sector de explotación minera, pero desde
1882 se comenzaron a instalar modernas siderurgias (Altos Hornos de
Bilbao y La Vizcaya, fusionadas, junto con La Iberia en 1902 en Altos
Hornos de Vizcaya) que, en la década siguiente, se convirtieron a
fábricas de productos metalúrgicos.
ste fuerte crecimiento económico tuvo un evidente efecto en la fisonomía
de la ciudad y sus alrededores. En un corto periodo de tiempo, la Ría
de Bilbao se pobló de nuevas fábricas, nuevas infraestructuras
portuarias y de comunicación (ferrocarriles) y también de nuevas
viviendas. De hecho, la jurisdicción de Bilbao se amplió en 1890 a todo
Abando, absorbiendo la previa Anteiglesia y en 1925 a las de Deusto y
Begoña.
En la década de los noventa, un Bilbao con menor población, en parte
debido a la crisis pero también a un proceso de desanexión. La tradicional ocupación
comercial e industrial dio paso a la actividad en nuevos focos. Por una
parte, la atracción de nuevas actividades, como el Museo Guggenheim o el
Palacio Euskalduna y, por otro, la mejora de la propia ciudad como
entorno de vida: el Metro, eliminación de trincheras ferroviarias,
eliminación de ruinas industriales en la ría y construcción de nuevos
edificios y entornos.
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