En aquellos tiempos, todos los habitantes de Bilbao, sin excepción, participaban en las procesiones. De hecho, se cuenta que la hermandad de la Vera Cruz tuvo auténticos problemas para pagar todas las velas que los feligreses encendían al paso de las comitivas religiosas.
Si nos trasladamos a fechas más recientes, podemos observar como los años cuarenta fueron fundamentales para la configuración tal y como la conocemos hoy. Durante esa década, se fundaron la mayor parte de las cofradías en las que participan actualmente unas 3.000 personas en las nueve procesiones que tienen lugar en la capital vizcaína.
La capital vizcaína cuenta con sus propios personajes dentro de su rica y bella imaginería. Es el caso del Cacanarru de Anachu, que se burla de Jesús en el paso de La Coronación de Espinas. Tampoco nos olvidemos del odioso Fracagorri, que es el que toca el cuerno en el paso de La Cruz a Cuestas.
En definitiva, la Semana Santa bilbaína ha demostrado saber adaptarse a los tiempos. Su objetivo es convertirse en uno de los grandes reclamos turísticos de un Bilbao que es capaz de mirar a la modernidad del Guggenheim sin perder de vista sus más hondas tradiciones.
http://www.elcorreo.com/semana-santa/2013/historia-semana-santa-bilbao/
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