El origen de Bilbao parece obedecer a su situación en un vado del río, en un enclave estratégico en el Camino de Santiago costero y punto de control de mercancías que circulaban desde Durango o Balmaseda hacia y desde la Ría. En 1310 la sobrina de Don Diego le concede nueva carta de poblamiento que refuerza más los privilegios comerciales de Bilbao, haciéndola paso obligado a las mercancías que pasaran desde Castilla hacia el mar, marginando a Bermeo y, además, le concede la exclusiva del comercio en todo el camino entre Areta y Bilbao.
El crecimiento urbano de Bilbao se concentró en un espacio pequeño, reducido a las tres primeras calles de la Villa: Somera, Artekale y Tendería. A lo largo de los siglos XV, XVI y XVII, la Villa de Bilbao mantendrá un importante papel en el comercio de intermediación e irá llenando el estrecho espacio de su jurisdicción, obligando a prolongar, en el siglo XVIII, la ciudad hacia nuevas calles desde la Iglesia de Santiago y actual catedral (Correo y Bidebarrieta) con prolongaciones hacia los arrabales de Ibeni (Atxuri) y de Ascao.
La entrada de Bilbao en el siglo XIX no
fue fácil.Las
sucesivas guerras y conflictos deprimieron gravemente el comercio
tradicional bilbaíno y la invasión napoleónica y la Guerra de
Independencia no hicieron que las cosas mejoraran.
Pero su situación cambió tras la primera
Guerra Carlista (1833-1839). Bilbao fue uno de los centros de
resistencia liberal contra el carlismo, siendo sitiada también en la
segunda Guerra Carlista (1873-1876). De estas guerras salió fortalecida
como verdadero centro neurálgico de la actividad económica del Señorío.
La riqueza de los yacimientos de mineral de hierro cercanos a Bilbao
impulsó en un primer momento un sector de explotación minera, pero desde
1882 se comenzaron a instalar modernas siderurgias (Altos Hornos de
Bilbao y La Vizcaya, fusionadas, junto con La Iberia en 1902 en Altos
Hornos de Vizcaya) que, en la década siguiente, se convirtieron a
fábricas de productos metalúrgicos.
ste fuerte crecimiento económico tuvo un evidente efecto en la fisonomía
de la ciudad y sus alrededores. En un corto periodo de tiempo, la Ría
de Bilbao se pobló de nuevas fábricas, nuevas infraestructuras
portuarias y de comunicación (ferrocarriles) y también de nuevas
viviendas. De hecho, la jurisdicción de Bilbao se amplió en 1890 a todo
Abando, absorbiendo la previa Anteiglesia y en 1925 a las de Deusto y
Begoña.
En la década de los noventa, un Bilbao con menor población, en parte
debido a la crisis pero también a un proceso de desanexión. La tradicional ocupación
comercial e industrial dio paso a la actividad en nuevos focos. Por una
parte, la atracción de nuevas actividades, como el Museo Guggenheim o el
Palacio Euskalduna y, por otro, la mejora de la propia ciudad como
entorno de vida: el Metro, eliminación de trincheras ferroviarias,
eliminación de ruinas industriales en la ría y construcción de nuevos
edificios y entornos.
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