martes, 17 de mayo de 2016

ALBARRACIN


Hablar de Albarracín es hablar de un pueblo de encanto singular, enclavado en un paradisíaco paraje de montaña, entre riscos pedregosos y el cauce del río Guadalaviar












 Albarracín, antigua plaza fuerte de la dinastía musulmana de los Banu Razín, se localiza en la franja suroeste de Teruel. Su belleza indiscutible es herencia de su pasado mozárabe, visigodo y cristiano













La Plaza Mayor es el núcleo central de Albarracín y uno de los rincones más visitados y fotografiados, tanto por su belleza formal, flanqueada por impresionantes fachadas de marcado sabor medieval como por su original estructura, totalmente irregular según el diseño original del siglo XI.A partir de la Plaza surge el entramado de calles de la ciudad, tortuosas, estrechas hasta el punto de que los tejados de las construcciones llegan a rozarse, empinadas y pese a todo llenas de un encanto que no dejan indiferente a nadie.










 El recorrido por las callejuelas de Albarracín discurre por entre un sinfín de construcciones dignas de mención. Resultan especialmente llamativas las mansiones de la antigua nobleza local, muestra del lujo y opulencia vividos en estas tierras siglos atrás, con sus escudos y blasones señoriales, sus rejas de forja en ventanas y balcones y las peculiares aldabas que visten sus puertas.












 El edificio de mayor abolengo del lugar impregna la austeridad pétrea de Albarracín con su original estructura. La catedral fue construida a principios del siglo XIII, aunque en el siglo XVI experimentó una reestructuración casi completa, con lo que el edificio actual se ha convertido en una síntesis de elementos góticos y renacentistas.












 Al igual que la vecina Iglesia de Santa María, este templo muestra trazas del gótico tardío, pese a ser de construcción muy posterior, a comienzos del siglo XVI, de la mano del maestro Alonso del Barrio.










 Protegiendo el corazón de la ciudad con su abrazo de piedra, las murallas ponen el broche de oro al conjunto medieval de Albarracín.Conviene mencionar que la muralla formaba parte del primigenio sistema defensivo de la inexpugnable Albarracín, formado en sus épocas de máximo esplendor por tres fortalezas distintas: la de Doña Blanca, El Señorío y El Andador.














 Junto a estas casonas nobiliarias pueden admirarse otras insignes muestras de arquitectura local, más humildes pero igualmente fascinantes. Tal es el caso de la casa de La Julianeta, bien conocida por su exacerbada inclinación, la casa de El Chorro y otras viviendas de la calle Azagra.














 Impresionante localidad, propuesta por la UNESCO como Monumento de Interés Mundial.














                                              http://www.arteguias.com/teruel/albarracin.htm

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