La situación de la ciudad la convierte en un importante nudo de comunicaciones. Con la caída del Imperio, llega la decadencia a la ciudad y por el año 456, el godo Teodorico la destruye por primera vez, quedando prácticamente despoblada.
Es a partir del año 460 cuando un obispo, santo Toribio, comienza su reconstrucción y al mismo tiempo organiza la iglesia diocesana. La invasión árabe traerá de nuevo la destrucción y el abandono.
La ciudad vuelve a resurgir en tiempos de Alfonso VI, con motivo del auge del Camino de Santiago. Se levantan hospitales, monasterios, iglesias y la importante catedral.
La valentía demostrada por sus habitantes durante la invasión napoleónica le valió el título de Benemérita. El incendio del palacio episcopal en la década de 1890 permitió que el obispo Grau encargara a Gaudi la construcción de uno nuevo, convirtiéndose en una de las piezas más atractivas para el turismo de la región.
http://www.artehistoria.com/v2/lugares/280.htm
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