El origen de San Juan de Luz hay que buscarlo en un pequeño poblado de pescadores vascos instalado en el estuario y sobre las marismas del río Nivelle. Su mismo nombre en euskera, Donibane Lohizun, hace referencia al primitivo carácter pantanoso de la zona.
Ya en el siglo XI sus habitantes, que estaban incluidos entre los mejores arponeros de Europa, se dedicaban en exclusiva a la productiva caza de la ballena. Hacia comienzos del siglo XVII, la progresiva disminución de las capturas y la dura competencia de los balleneros holandeses e ingleses obligó a los naturales de San Juan de Luz a dedicarse a otros menesteres marineros menos nobles: muchos de ellos se convirtieron en temibles corsarios.
El puerto es también un buen lugar para iniciar un tranquilo paseo a pie por la localidad. En sus inmediaciones se hallan la mayoría de los edificios nobles que se conservan en la localidad
Entre el puerto y una cuidada playa, discurre la rue Mazarin, antigua calle en la que tenían sus casas los más poderosos armadores de la localidad y que permite enlazar con el entramado de vías peatonales que configuran el centro de la ciudad.
Casi sin proponérselo, el viajero se va a encontrar con la iglesia de Saint-Jean-Baptiste, que está considerada como una de las más grandes y representativas de todo el País Vasco,
Solamente el puerto y los últimos metros del río Nivelle separan San Juan de Luz de Cibourne. Atravesando esta pequeña localidad, que conserva una de las joyas del art decó, la Villa Leïhorra, se puede acceder hasta los acantilados rocosos de Socoa, desde los que se divisan unas interesantes vistas de la costa vasca que se extiende entre la fronteriza Hendaya y la aristocrática Biarritz.
Para disfrutar de la mejor panorámica de todo el Laburdi –una de las tres provincias del País Vasco francés-, hay que dirigirse hasta la última cumbre de los Pirineos Atlánticos: el pico de La Rhune.
http://www.hola.com/viajes/rutas/lugarescuriosos/2003/10/21/9755_san_juan_de_luz.html
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